Jueves, 2 de Mayo de 2024

Coto, yo te conozco. Todos te conocemos.

Aunque las indicaciones de prevención son claras y restringe la cantidad de personas que pueden estar dentro de un espacio comercial la sucursal de Coto de Castelar decidió desobedecer la normativa; permitió el ingreso irrestricto y privilegió su facturación. "Si no vendemos, no comemos", amenazaron a los empleados que pedían mayor seguridad sanitaria. Desde este miércoles, dejaron de lado toda medida de seguridad.

25-03-2020



A pesar de los protocolos e indicaciones de mantener distancia entre las personas para evitar posibles contagios de COVID-19 y de restringir, por ende, la circulación en supermercados, a Coto parece importarle más su recaudación que los cuidados.

Como desde que se determinó el aislamiento preventivo obligatorio y se dispuso que los supermercados hicieran ingresar a los clientes en un número reducido, debiendo aguardar el resto afuera a una prudencial distancia, la facturación de Coto se había visto afectada, la decisión gerencial fue "volver a la normalidad" por lo que en la sucursal de Castelar, ubicada sobre la avenida Santa Rosa, este miércoles se vivieron escenas que alteraron incluso a los empleados que recibieron como respuesta "si no vendemos no comemos", lo que sonó a una velada amenaza de dejarlos sin trabajo.

Coto tiene una larga lista de antecedentes de acciones políticamente incorrectas como cuando se le encontró un arsenal; o como cuando obligaba a sus empleados a defender las instalaciones ante intentos de saqueo, pero esta vez, el miedo a contagiarse y la precaridad de los elementos de protección entregados por la empresa, sumado a la baja frecuencia de desinfección de las áreas comunes y mostradores, pusieron en alerta a los trabajadores.

Según trascendió, la decisión de permitir el ingreso y circulación de gran cantidad de gente a partir de hoy, partió del gerente de la sucursal, quien junto a dos auditores ordenaron desobedecer las indicaciones impuestas para el aislamiento. Entre las medidas tomadas para intentar acortar el tiempo de compra, el supermercado decidió que no haya venta de carne por mostrador y deba sólo remitirse a lo envasado en bandeja. Una acción que obviamente no reduce en demasía el tiempo de circulación general por los pasillos.

En algunos sectores se pudo ver hasta una veintena de personas en un reducido espacio que no guardaban entre sí ni siquiera un metro de distancia.

Las órdenes de la gerencia continúan igual: abrir con normalidad; permitir que ingresen todos sin control y al término de la jornada, priorizar la facturación. Para Coto, lo único que importa.


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